Entre Marzo y Abril 2011 hice un viaje largo a Thailandia, cuya primera fase fue junto con mi querida vieja amiga Agnes y la segunda fase fue en compañía tan solo de mi mochila y de mi inseparable cámara fotográfica.
Era la primera vez que me enfrentaba a un viaje en solitario tan lejos de casa, y en un lugar con una cultura tan diferente de la mía y un idioma desconocido e incomprensible. Por eso la cámara se convirtió en mi medio de comunicación y síntesis de la infinita lluvia de impresiones y sensaciones registradas a lo largo del camino. De sur a norte, de este a oeste, he recorrido casi toda esta magnífica, sorprendente tierra, cuya gente amable, benévola y sonriente es portadora de una cultura ancestral y milenaria.